Arquitectura

Un espacio escénico con 1.800 butacas y una extraordinaria acústica.

El edificio del Teatro ocupa lugar donde estaba la Maestranza de Artillería, de la que toma su nombre.

El Teatro se alza en el Arenal de Sevilla que, a orillas del Guadalquivir, centró las actividades militares y portuarias de la ciudad y fue, desde 1503 a 1680, el lugar de partida y llegada de la flota de Indias por el monopolio del comercio con América y las Filipinas.

Es este el marco que sirve de escenografía a la bella Sevilla Romántica, se ambientan más de 150 títulos operísticos, algunos protagonizados por personajes como Fígaro, Carmen o Don Giovanni, cuya extraordinaria universalidad y potencia mítica han convertido a Sevilla en un legendario decorado operístico de tanta rotundidad que ha merecido el apodo internacional de "Ciudad de la Ópera".

El entorno

El Teatro de la Maestranza está situado en el centro de la Sevilla histórica y universal. Las calles y plazas que atesoran los monumentos con vitola de Patrimonio de la Humanidad: Catedral y Giralda, Real Alcázar y Archivo General de Indias. Y el entramado urbano donde tuvo lugar el inicio y la culminación de la primera vuelta al mundo, promovida en 1519 por Magallanes y materializada por Elcano cuatro años después, arribando a puerto a escasos metros de donde se alza el Teatro de la Maestranza, en una odisea que cambió la perspectiva humana sobre nuestro planeta y sobre nuestra civilización.

El edificio del Teatro ocupa el solar donde estaba la Maestranza de Artillería, fundada en 1587 por Felipe II. De esa referencia secular a la actividad fabril y militar de dicha institución en un lugar tan transitado toma el Teatro de la Maestranza su nombre, conservando la fachada de corte neoclásico del siglo XIX.

El entorno más cercano del Teatro de la Maestranza está repleto de edificios e instituciones que aúnan belleza arquitectónica, importancia histórica y fuente de inspiración para escritores, compositores y pintores. La Torre del Oro, la Casa de la Moneda, la Iglesia de la Santa Caridad,... La Sevilla mitificada a través de personajes y argumentos como la cigarrera Carmen entre la Fábrica de Tabacos y la Plaza de Toros. Como el mito de Don Juan que se traspone en Don Giovanni y cuyo origen se busca en personalidades como la de Miguel de Mañara, cuya estatua preside los jardines colindantes al Teatro de la Maestranza. Y como el barbero Fígaro con sus andanzas callejeando por la Sevilla decimonónica que sigue encandilando como ciudad romántica y apasionante dos siglos después de inspirar a Rossini.

El edificio

La construcción del Teatro de la Maestranza tiene su génesis en un concurso convocado en 1986 por la Diputación de Sevilla, propietaria del solar del antiguo cuartel de la Maestranza de Artillería, para dotar a la ciudad de un modelo de Palacio de la Cultura que incluyese un auditorio polivalente, salas de exposiciones, centro de documentación y de estudio, producción e investigación cultural.

El proyecto ganador, obra de los arquitectos Aurelio del Pozo y Luis Marín, incorporaba la fachada existente de la antigua Maestranza como pórtico del volumen principal correspondiente al auditorio, un cilindro cubierto con una bóveda rebajada, y distribuía las dependencias de dotación cultural en torno a un patio público central. Los espacios y volúmenes se adecuaban, con respeto y complementariedad, al entorno circundante.

Para cooperar y acometer este gran equipamiento cultural, a la Diputación se sumaron, mediante convenios, el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. Las obras se iniciaron el 10 de febrero de 1987 con un presupuesto de inversión en torno a 1.600 millones de pesetas (equivalente en euros a 9,6 millones).

A mediados de 1988, cuando la Sociedad Estatal Expo ‘92 focaliza en dicho proyecto en construcción la función de realizar cuatro años después la programación lírica vinculada a la Exposición Universal de Sevilla, los arquitectos fueron capaces de mejorar su estructuración con el fin de que pudiera también dar prestaciones como espacio escénico para la representación de óperas y no solo como auditorio para conciertos y recitales.

En la configuración de la acústica se asienta el mayor de los aciertos en la concepción de un teatro que ha sido profusamente elogiado desde su inauguración por las ideales condiciones que propicia tanto a los artistas como a los espectadores en la emisión y recepción del sonido directo. Aurelio del Pozo y Luis Marín buscaron el asesoramiento del profesor Lothar Cremer, coautor de la acústica en la Philharmonie de Berlín. Y lograron el tiempo ideal de reverberación para una gran sala con capacidad para 1.800 espectadores y cuyo volumen equivale a 20.000 m3.

A ese objetivo crucial da respuesta todo el diseño de la sala y la estructura de madera que la cubre. Sus formas convexas, los planos truncados, las terrazas, la gran lámpara como 'margarita acústica', las butacas 'Carmen' creadas por Aurelio del Pozo. Los materiales, los aislamientos, los reflectores acústicos, la decoración y el mobiliario combinan la funcionalidad y la estética. Al servicio de la comodidad de todos los espectadores, pues desde cualquier ubicación tiene completa visión del escenario y completa percepción del sonido.

La ampliación

El fecundo auge del binomio oferta-demanda de ópera como eje emblemático del Teatro de la Maestranza, y su posicionamiento como principal motor de la cultura lírica desde Sevilla, adquieren garantía de futuro sólido con la aprobación y realización de la reforma del edificio para suprimir las infrautilizadas salas de exposiciones y de este modo ampliar su espacio escénico y mejorar su maquinaria técnica. Con un presupuesto de 10,3 millones de euros, sufragados desde el Ministerio de Cultura, Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Sevilla y Diputación de Sevilla, se decide llevar a cabo entre los años 2005 y 2007, sobre todo aprovechando los veranos para conseguir, como así fue, que el Teatro no suspendiera durante ninguna temporada su actividad cultural para el público y se mantuviera abierto y con programación en cartel.

El cambio estructural es inapreciable a primera vista para quien se adentra por su fachada principal y se acomoda en la gran sala. Pero, por detrás del telón, el Maestranza fue transformado por completo. La ampliación del teatro, diseñada también por Aurelio del Pozo, permitió sumarle 4.500 metros cuadrados, 16 metros de profundidad en el escenario y una gran chácena de 800 metros cuadrados. La caja escénica fue dotada con tecnología de vanguardia, en la que destaca la maquinaria de plataformas horizontales deslizantes compuesta por cuatro carras de 8.000 kilos de peso cada una, que bajan y suben hasta cuatro metros y además se desplazan lateralmente, moviendo rápida y silenciosamente los decorados mediante un sistema de piñones o cremallera tan exacto que, en su encaje, aguantando pesos de hasta 14 toneladas en movimiento y 28 toneladas en reposo, solo acepta un margen de error de 2 milímetros.

Todo ello permite al Teatro de la Maestranza que sea posible trabajar simultáneamente con dos producciones escénicas, así como conciliar mejor la celebración de un espectáculo para el público con los ensayos de otro aún por estrenar.