La eterna juventud

Cuando tengan un rato, vayan a internet. Si escriben en el buscador “Argerich/Dutoit”, no les resultará difícil encontrar unos cuantos vídeos que muestran juntos y en concierto a la pianista y al director de orquesta. No importa cuál elijan: en todos ellos encontrarán ese “qué sé yo” que distingue a los más grandes intérpretes y que hace saltar chispas, perceptibles hasta por el espectador menos propenso al entusiasmo.

En uno de esos vídeos, la pareja (por entonces ya solo artística) aporta una nueva dimensión al tantas veces escuchado, y maltratado, primer concierto para piano de Tchaikovsky, una de las obras fetiche de ambos artistas. Véalos o, si prefiere, limítese a escucharlos. Podemos llamarlo química, o uno de esos efectos secundarios que acarrea el uso y disfrute de la juventud. Sea lo que sea, la música está bañada por la gracia, el valor añadido que se echa de menos en tantas interpretaciones.

Ese concierto de Tchaikovsky fue captado en vídeo en algún momento de 1975, es decir, hace 50 años. Desde entonces, Martha Argerich y Charles Dutoit han seguido demostrando una misma complicidad, un entusiasmo similar, idéntico compromiso. Su eterna juventud llega al Teatro de la Maestranza en un concierto con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla que promete hacer historia. Nadie querrá perdérselo.

Programa
Maurice Ravel, Concierto para piano en sol mayor
Antonín Dvořák, Sinfonía nº 9 en mi menor, op.95 “Del nuevo mundo”